HISTORIA

A Luis Puntes Gracia la suerte lo llevó a nacer en mil novecientos veinte, en un pueblo pequeño provincia de Zaragoza. Fue allí en Muel porque su padre Luis Puntes Gracia, “hacía zapatos y arreglaba las suelas de todo el pueblo”. Es por ello que durante su infancia se crió con la libertad que dan los espacios pequeños y el enorme cariño de una familia, que le regalo suficientes buenos recuerdos, para poder afrontar lo que la vida le tenía preparado.
La vida ha sido extrema con él, extrema en quitarle y ponerle a prueba pero también en ofrecerle. Luis Puntes Gracia supo desde bien pequeño ver, observar, aceptar y evolucionar. Si el tifus pretendió disminuir a ese flaco chiquillo se equivocó. De esa larga enfermedad Luis Puntes Gracia, salió con una caja de colores, que lo condujo de una manera apasionada hacia lo que sin duda ha sido su gran refugio, el arte.
Unos pocos años después, su familia decide trasladarse a Zaragoza, buscando unos ingresos más seguros. Pero como la suerte es esquiva, la familia sufre un duro golpe y ha de echar mano de la determinación y contribución de Luis, que con aproximadamente doce años ha de dejar su formación académica y ponerse a trabajar.
Una peseta. Una peseta bien redonda, brillante, gigante, que probablemente escapa del bolsillo a la mano y de la mano al bolsillo, es el primer sueldo que Luis Puntes Gracia, gana como botones de una importante cafetería de la ciudad.
Tiene hoy Luis una mirada que transciende de lo superficial y que observa, que desgrana el paisaje y lo acomoda en el lienzo. Los mismos ojos que observaron desastres civiles y familiares, supieron robarle al paisaje sus mejores horas de sol, dejando que nuestros ojos sepan también ver el encanto de este paisaje, en apariencia rudo.
Tiene que ser entonces sensible, y lo ha sido. Todo lo sensible que podía ser un hombre entonces.
Como si se tratase de un fluir infinito de responsabilidades, Luis continua con diversas etapas profesionales, entre ellas como encargado de una gran empresa Zaragozana. Por aquel entonces, se le ofrece degustar política, pero prefirió grupos culturales. Porque aunque hubo de dejar la escuela la realidad es que Luis Puntes Gracia, aún hoy no ha dejado de aprender. Leer ha sido para él otra gran pasión.
Pese a las tremendas adversidades familiares, continuó superándose en su trilogía: Arte, trabajo, familia. Fue un camino lento, largo y difícil, pero que sin embargo anduvo siempre, con la firme creencia de que merecía la pena esa trayectoria.
A los cuarenta años dejó por decisión propia un trabajo estable, y rechazó un sueldo diez veces superior. Había nacido su propio proyecto, solo tenía que llevarlo a cabo…
Que Cauchos Puntes fuese la primera industria que se estableció como tal en Cuarte de Huerva, es consecuencia de ese sino que parece perseguir a Luis. Comenzaron su pequeño negocio con una prensa sencilla, en los bajos de un local en un barrio de Zaragoza, pero no pasó demasiado tiempo desde el comienzo de la nueva actividad y un nuevo desafío no elegido que les obliga a un traslado.
Para entonces, sabía bien lo que era echarse a andar literalmente, así que la familia Puntes volvió a hacerlo, esta vez por la carretera de Valencia, llegando hasta los terrenos donde hoy se ubica Cauchos Puntes.
La autorización y colaboración del entonces alcalde de Cuarte en aquellos días, fue desde luego imprescindible para que la industria pudiese desarrollarse y ser una realidad. Comenzaron después a llegar otras pequeñas industrias y Luis Puntes Gracia, siendo miembro fundador de la Asociación de industriales de la zona, trabajó para traer un ambulatorio médico que pudiese atender los posibles accidentes laborales de la zona, fue su deseo que se instalase uno Aragonés en la zona de Cuarte. Y debió cumplirse porque es un hecho que aún hoy sigue la misma mutua de entonces.
De Luis Puntes Gracia hablan sus actos y su forma de ser, creo que no nos equivocaríamos si pensásemos en Luis Puntes Gracia como un hombre disciplinado, trabajador, con gran sentido de la equidad social, inconformista, defensor de los valores familiares, amante de su tierra y en continuo desafío personal.
De una peseta a un medio de vida, de la obligación de un empleo, a la pasión y vértigo de un negocio, de un corazón herido a la sensibilidad artística. Y todo, me consta, desde la honestidad a la honestidad.
Hoy Luis sigue poniéndole ritmo a sus días, rodeado de su gente, estimulado con su arte, sigue apasionadamente las noticias, y casi nada le es indiferente.
Angela Puntes
Luis Puntes Gracia falleció el 13 de Febrero de 2004.